Se perpetua el karma de los amigos...
Hace un tiempo atrás me fui a ver el tarot. La señora ni siquiera me preguntó el nombre, sólo me hizo pasar, y entre predicciones de un pronto matrimonio y de un exitoso futuro laboral, me sentenció: "Todos traemos un karma a esta vida, el suyo es nunca poder tener amigos verdaderos y cargar con muchas traiciones, que ya se ven marcadas en su pasado" Me quedé pensando y más allá de las sugestiones me di cuenta de que tenía razón, con el tiempo las amistades más arraigadas se han ido desplumando, algunas con gran escándalo, otras con un silencio que corta para siempre, otras con amenazas del tipo "Tengo que pensar si quiero seguir siendo tu amiga" (Esa fue de antología) y algunas con un alejamiento progresivo. Mi última y gran amistad se produjo casi por accidente, cuando invité a mi cumpleaños a un amigo de mi pololo, en ese momento conocí un alemán que resultó ser más dulce que cualquier chileno, se llamaba Adrian Schwarz y me sorprendió llegando en bicicleta a Maipú desde el Centro de Santiago. Durante la noche cautivó a hombres y mujeres, entre ellas una que otra suspirona y mi encantada mamá, pero de todos ellos, yo tuve la suerte de llegar a conocerlo de verdad, y poder ser considerada por él mismo como su amiga. Con Adrian y el Seba lo hemos pasado chancho, nos acostumbramos a ir a la Blondie, juntarnos a tomar cerveza, sentarnos a tomar café (a cada rato), hablar obscenidades, compartir malas palabras en ambos idiomas, concertar citas para cocinar cosas ricas y en general reírnos incansablemente. Incluso le conseguí un romance furtivo que por desconocidos motivos acabó de imprevisto. El asunto es que en 4 meses creamos lazos fuertes, conocí a una persona maravillosa y corroboré que, a pesar de los susurros subterráneos que aseguran lo contrario, puedo ser (o quizás de hecho soy) una persona querible, que puede compatibilizar sin dificultad con una persona que realmente tiene buen corazón. Lástima, últimamente me había preguntado si he tenido la mala suerte de conocer personas indeseables, o si la indeseable soy yo, y cuando me encuentro con una persona realmente valiosa, se me va lejos rumbo a Berlín. Se me ocurre dedicarle mil palabras entre estas líneas, pero prefiero entregárselas a él mismo, y por lo demás, me empeño en que esto no suene a "Hasta siempre" sino sólo a "Hasta muy pronto". Ahora me queda sólo esperar antes de juzgar si la partida de este gran amigo también corresponderá al mismo karma...